Hoy Domingo me inspiro para escribirles sobre, diría yo, mi
primera experiencia con lo feo de la vida real. Muchos dicen que la vida real
está llena de cosas lindas y cosas feas. Para serles sinceros, todavía con mis
42 años no sabría como describir la vida real.
Como empezó todo? Mi mamá
era madre soltera, por lo que mi
abuelita se muda con nosotros para
ayudarla y formamos esta pequeña familia de tres. Mi mamá, mi abuelita y yo.
Por lo que mi mamá me cuenta, yo era una niña muy feliz, me iba a
dormir de buen humor y me despertaba de buen humor. Siempre sonriente y
contenta. Cuentan por ahi que para tomarme una foto llorando tuvieron que darme
un pequeño pellizco en el brazo. Muchos podrán creer que mi mamá exageraba con
eso de que siempre era una niña feliz, pero sí es verdad, pues me pasa lo mismo
con mi hijo, siempre de buen humor. De tal palo tal astilla.
Después de 9 meses, de feliz convivencia las tres, llegó
el momento en que la abuelita tenía que volver a su casa y seguir con su vida.
Quién me iba a cuidar? Tanto mi mamá como mi abuelita empezaron a buscar quién
podría hacerlo. Yo he estado en ese rol, cómo se busca alguien de tu entera
confianza? Cómo dejas a tu hijo con
alguien que no conoces ? Ya saben todas esas preguntas, y finalmente mi abuelita
encontró a la persona ideal. Esta persona ideal tenía como unos 50 años, vivía
al frente de la casa de mi abuelita y conocíamos a su familia. Que bendición
encontrarla a ella, que tranquilidad para mi mamá, irse a trabajar sabiendo que
alguien de confianza estaba en nuestra casita cuidándome.
Por lo que me cuentan, mi nanny me adoraba, me cuidaba y
disfrutaba de mi compañía. Ella era parte de la familia, vivía con nosotras.
Todo era gozo y felicidad mientras yo era bebe, era fácil lidiar conmigo, ya
saben cargas a un bebe, lo alimentas, juegas con él y ya, prácticamente tú
controlas a ese bebe como tú quieras. Pero yo tenía que crecer, y ya no fui una
bebe, me convertí en una niña de 3 años y medio que ya caminaba sola, que ya
quería ser independiente, que quería investigar el mundo. Todos hemos estado
ahí.
Adelantándome en los meses mi mamá me cuenta que yo empecé a
tartamudear, que la niña feliz que era su hija ya no estaba ahí completamente,
algo había diferente.
Pero qué? Mi mamá se
preguntaba. Empezó a poner más atención a todo, a leer e informarse, y se
encuentra que es muy normal que un niño a esa edad (4 años) tenga algunos
problemas de comunicación, que se pongan un poco tímidos y que empiecen a
cambiar. Con esa información ella se queda tranquila. Yo ya les había comentado
en un blog anterior del carácter de mi mamá, ella es una persona clara y
precisa, le gustan las cosas diría yo perfectas. Eso de que su hija estuviese
cambiando, ella no lo estaba disfrutando, se sentía incomoda, y la paciencia se
le iba acabando.
Mi mamá me cuenta que un día, ella ya no daba más, estaba cansada
de mi tartamudeo, ya no era eso nomas, era prácticamente atorarme cada vez que
hablaba, la niña feliz se ponía tímida, y mi mamá necesitaba un descanso. Mi
mamá llama a su amiga que tenía una hija de la misma edad y le dice: “Necesito
un favor, ya no aguanto más esta situación, podrías cuidar a mi hija, así tengo
un tiempo libre para pensar?” La amiga de mi mamá le dice que sí, y a las pocas
horas estoy allá. Al entrar a esta casa mi mamá le comenta a su amiga acerca de
cómo me comunico, y que ella sentía que eso no era normal. La amiga de mi mama
puede ver, que prácticamente yo no hablaba y ni ella podía reconocer a la niña
feliz de hacia unos meses.
Cuando mi mamá regresa de su tiempo libre, y me va a recoger, su
amiga le dice a mi mama: “Amiga tu hija se ha estado comunicando de lo más
bien, pero en cuanto tu entraste ella volvió a tener su problema de
comunicación.” Para mi mamá escuchar eso no debe haber sido bonito, pues
supuestamente tus hijos se deben sentir cómodos y libres con sus padres,
entonces qué estaba pasando? Porque es que decidí no comunicarme con mi propia
madre? Qué le paso a mi mundo feliz? Bueno
lo que le paso tiene un nombre: Hilda.
Mientras mi mamá trabajaba Hilda me cuidaba, me controlaba y me
asustaba. Recuerdo claramente que ella me amarraba a una silla para darme de
comer, vagamente recuerdo que me embutía la comida con gritos. Algo que
recuerdo muy vívidamente fue una vez que yo estaba en el baño, sentada en el
inodoro, e Hilda decidió pasar la lustradora en el baño, sabiendo que me daba
miedo. Así que yo al ver eso, me deje de agarrar y caí en el inodoro. Todas
estas cosas sucedían, y me hacían llorar. Cuando mi mama llegaba a casa y me
preguntaba donde había ido a pasear y con quien había jugado yo tenía que
mentirle, no podía decirle lo que me hacia Hilda pues me tenia amenazada, me
decía que como mi mamá tenía que trabajar yo siempre me iba a quedar con ella y
me iba a tratar peor. Por eso es que tenía tanto miedo y tartamudeaba cuando mi
mama me preguntaba algo.
Cómo me puedo acordar de tanto? Porque para sanar tuve que
afrontar esa parte de mi vida. Y afrontar eso, es volverlo a vivir de cierta
manera. Me ha hecho entender el porqué soy la adulta que soy, y porqué tengo
los problemas que tengo. Es increíble descubrir como nuestra niñez cumple un
papel tan importante en cómo nos desarrollamos como adultos, como estudiantes,
amigos y pareja. Para afrontar esas verdades dolorosas, creo que tienes que
estar listo, pues nunca sabes que más podrías encontrar. En mi caso creo que de
abuso emocional nada más paso.
Bueno, nos quedamos en que la amiga de mi mamá le dice que yo
había estado normal todo el día, excepto cuando mi mamá llega. Imagínense, eso
para mi mama fue su señal, eso no puede ser, dijo mi mamá, y automáticamente,
al día siguiente, mi mamá pide permiso a su trabajo y busca ayuda de terapista
de niños para ver qué demonios estaba pasando. Por lo que me cuentan, esta
terapista me hace dibujar hablar y jugar, y con mis dibujos se descubre que
estaba siendo abusada emocionalmente por alguien a quien yo quería y confiaba.
Inmediatamente mi mama sabia quien era, pues quien más? Hilda.
Algo que admiro mucho de mi mamá es su manera de manejar las
cosas, no perdió los papeles, llegó a la casa y le dijo a Hilda:
“Inmediatamente vete de esta casa, no te quiero volver a ver nunca más en mi
vida, no te acerques nunca a mi hija, si te vuelvo a ver, llamo a la policía.” Hilda se fue, y yo me quede sola, pues Hilda
estuvo conmigo por mucho tiempo, imagínense cambiarle el mundo a una niña de
esa manera, pero era la única forma. Sé
que mi mamá no podía comprender porqué es que no se dio cuenta antes, me
imagino que muchas preguntas se le vinieron a la cabeza. Ella después fue donde
los vecinos y les preguntaba: “No vieron nada sospechoso?” y ellos contestaron:
“Si vimos maltrato, gritos espantosos, no la dejaban jugar a su hija, pero no
dijimos nada porque pensábamos que era la abuela”.
Estamos aquí hablando del año 1979, donde creo que la gente no se involucraba en
los problemas de otros, en donde el gritarle a un niño era parte de criarlos
correctamente, donde los terapistas para niños no abundaban. Al quitar a Hilda
de la estructura familiar, no es que las cosas se mejoraron automáticamente.
No, creo que hasta fue al contrario solo al principio, pues mi mama se encontró
con una nueva situación. El psicólogo le dijo a mi mama que yo no iba a ser una
persona normal, ya que cuando un niño de esa edad pasa por un trauma así, y no
se sabía exactamente cuando todo esto comenzó, le dijo a mi mama que no pusiera
sus esperanzas muy altas, que podía ser que yo tenga muchos de los síntomas de
un niño autista, pero que lo más importante era que en este momento yo tenía
que estar rodeada de gente que me amara de verdad, o sea de familia. El
terapista le aconsejó a mi mamá que deje de trabajar así ella podía dedicarse a
mi al cien por ciento.
Mi mamá con esa información, tuvo que tomar la decisión de volver
a vivir con su familia, su mamá y su hermana, lo que no la hacía muy feliz pues
a ella le gustaba su independencia. Pero en este caso primero estaba yo así es
que se sacrificó y nos mudamos. Allí empiezo una nueva etapa, una nueva
estructura familiar. Prácticamente 3 mujeres criándome, una de las mejores
etapas de mi vida. No quiero hacer el blog tan largo. Tengamos en mente que
esto del autismo no era muy conocido en ese entonces, creo que en esa época se
escuchaba eso y la gente se asustaba.
En el futuro continuaré con mi historia de niña, cómo empiezo a
vivir en esta nueva familia. Los obstáculos y triunfos. Las alegrías y tristezas.
No se olviden que lo que un niño siente es muy diferente a lo que un adulto
puede entender. Tengamos cuidado con las palabras que les decimos a los niños,
las palabras son muy poderosas. Hagamos un esfuerzo consciente de decirle algo
positivo al futuro de nuestra sociedad. En vez de terminar arreglando a un adulto,
asegurémonos de criar con amor y entendimiento a los niños de hoy. Hay gente
afortunada que nunca tuvo una Hilda, y hay muchos que si. Cualquiera que tu
Hilda haya sido, recuerda que te puedes sanar y perdonar, no por ellos sino por
ti mismo.
Se impecable con tus palabras
Yo
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